Peleas de tránsito y violencia vial en pandemia: por qué ocurren los estallidos de ira al volante

La muerte del motociclista que fue atropellado por un abogado reactivó el debate. Especialistas señalan que por la crisis económica y del Covid hay menos tolerancia en la calle. Cómo evitar situaciones conflictivas.

El semáforo todavía está pasando de rojo a amarillo pero el del auto (o camioneta, colectivo, camión) de atrás ya empezó a hacer luces. Apenas enciende el verde viene el bocinazo. Y unos metros más adelante el sobrepaso con insulto incluido. Así de fácil y absurdo empiezan las peleas de tránsito. Pueden terminar ahí o escalar hasta lo impensado. Como hace unos días en Castelar cuando un conductor apuntó a otro con un arma porque se demoró unos segundos en arrancar. O como en Vicente López, donde en otro caso de violencia al volante un abogado atropelló a un motociclista, que murió este martes, porque éste primero le rompió un espejo.

Bocinazos, discusiones y agresiones de todo tipo. Ni la distracción más mínima ni una mala maniobra, por involuntaria que sea, se perdonan. La tensión en el tránsito se siente todos los días desde el punto de vista del peatón, pasajero o conductor. Y en pandemia los casos parecen reiterarse con más frecuencia. Así lo ven especialistas consultados por Clarín en busca de una respuesta a esta pregunta: ¿por qué hay más estallidos de ira al volante que en otras situaciones cotidianas?

La ira
Primero es conveniente entender qué es la ira y cómo se desencadena. “La ira es un constructor psicobiológico, es decir mental y físico, que se manifiesta a través de las conductas y el comportamiento y que va de un degradé. Es un continuo que va desde el disgusto, el enojo o la contrariedad, por un lado, hasta el otro extremo que es el ataque de ira”, explica el doctor Daniel López Rosetti jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital de San Isidro y coordinador de la cátedra Estrés y Salud de la Facultad de Medicina de la UBA.

Para el especialista, una persona puede llegar enojada de antemano a una situación, como en este caso una discusión de tránsito, porque “la sociedad está hoy con un umbral más bajo de descarga respecto a las reacciones mentales, verbales y físicas de violencia”.

López Rosetti afirma que “desde el punto de vista de la psicobiología la reacción de ira es ancestral, desde que éramos primates. Pero una reacción de ira hace millones de años se generaba cuando eras atacado por un predador. Es decir, cuando esa reacción propendía a que mantuvieras tu vida o la de tus crías. Hoy ese mecanismo se encuentra indemne. Lo que pasa es que las personas reaccionan con eventos menores, desde una boleta del gas a una fila de supermercado”.

En el caso de los conflictos viales, el médico señala que los estallidos de ira son peores porque el arma impropia es mucho más importante. “Lo que factibiliza la violencia al volante es el hecho de tener el vehículo, lo cual lo convierte en un arma”, dice.

Y agrega: “La ira se desencadena en un momento determinado como una respuesta on/off. Todo o nada. Se prende la luz y punto. Se desproporcionan las acciones porque la persona deja de funcionar desde el punto de vista racional desplegando su condición de ira, que en ese momento actúa con lo que tiene en su mano: un vehículo de 1200 kilos”.

Para López Rosetti no hay “ninguna duda de que la pandemia” influye en la cantidad de incidentes que se desatan por situaciones menores. Y explica que la reacción de ira está condicionada por un “estado de previolencia que la sociedad en su conjunto está viviendo desde hace mucho tiempo por problemas sociales, culturales y socioeconómicos que son los responsables de la disminución de ese umbral de descarga”.

El tránsito
“El tránsito es una caja de resonancia de la situación social. Donde los conflictos encuentran una mecha y se activan. Tenía un viejo profesor en España que decía ‘si quieres mirar la cultura cívica de la sociedad, el tránsito es un buen reflejo’. Si me comporto mal en la vida cotidiana, no voy a ser un señor inglés cuando conduzco”, dice Horacio Botta Bernaus, abogado especialista en Derecho de Tránsito, Accidentabilidad y Educación Vial.

El especialista, autor del libro “El ABC de la seguridad vial” habla de la necesidad de enseñar cinco principios básicos para el tránsito: Convivencia: vivir con otros en un espacio restringido. Solidaridad: porque implica ponerse en el lugar del otro. ‘Si soy ciclista me gustaría que los autos pasen lejos’. La solidaridad me permite entender que no toque bocina, que no asuste. Tolerancia: cuando uno maneja llega a tomar 100 decisiones en un minuto. Guiño, embrague, cambio, freno, espejo, etc. Y se pueden cometer muchos errores. Yo soy tolerante no porque soy bueno sino porque voy a necesitar que los otros sean tolerantes con mi error”.

“Respeto al otro: No solo por el espacio que ocupa uno sino el otro, por eso molesta mucho que uno se pegue en la cola de tu auto. No solo la distancia es respeto si no que da espacio para frenar. Subordinación: nunca se entiende que el código de tránsito nace para evitar los riesgos del tránsito. Es un código ético de convivencia donde cada uno se compromete a hacer su parte para convivir en la vía pública. Es la forma de pensar en un futuro un tránsito que refleje otra forma de relacionarnos.

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